Theodor Lessing, un profeta olvidado

01/Ago/2011

Coloquio, CJL, Egon Friedler

Theodor Lessing, un profeta olvidado

29-7-2011 por Egón Friedler
Theodor Lessing (1872-1933) nació en Hannover, Alemania, en el seno de una familia acomodada. Hijo de un médico, estudió historia, filosofía y medicina en Bonn, Friburgo y Munich. Se convirtió al luteranismo cuando era estudiante en Friburgo, con el afán de librarse de las limitaciones existentes para el progreso de profesionales judíos en el área académica debido al antisemitismo imperante en el mundo universitario. Sin embargo, nunca consiguió una cátedra permanente y tuvo que resignarse a puestos docentes temporarios.
Lessing no culminó sus estudios de medicina, pero éstos le sirvieron durante la Primera Guerra Mundial para ser asignado al cuerpo médico y no ser enviado a la primera línea de combate. Lessing, que después de la Primera Guerra Mundial y el ascenso del sionismo en el seno del judaísmo alemán volvió a sus raíces judías, se concentró sobre todo en el estudio de la filosofía y la historia de las ideas y escribió importantes ensayos sobre temas filosóficos tales como “Schopenhauer, Wagner, Nietzsche” (1906) “La filosofía como acto” (1914) y “La historia como sin sentido” (1919). En este último libro expresó su pesimismo filosófico y su concepción de la historia como una serie casual de circunstancias que no enseñan nada y carecen de toda significación moral. Pero indudablemente su libro más importante y más recordado fue “El auto-odio judío” publicado en 1930, en el cual analizó la fobia contra su origen de seis destacados intelectuales judíos del área cultural de habla alemana.
El concepto general de auto-odio no era nuevo ya que fue? utilizado por críticos que analizaron el romanticismo alemán. Tampoco su aplicación al mundo judío fue original de Lessing. Según el crítico Hans Dieter Hellige el concepto de auto-odio judío fue utilizado previamente por Max Brod, Otto Weininger y Constantin Brunner. Sin embargo, fue Lessing quien lo desarrolló con mayor profundidad y de manera más exhaustiva.
En su libro, analizó los casos de seis personalidades:
Paul Rée (1849-1901) el amigo de Nietzsche, Otto Weininger (1880-1903) el célebre autor de “Sexo y carácter” que se suicidó a los 23 años en la casa natal de Beethoven, Arthur Trebitch (1880-1927) quien en su libro “Espíritu y judaísmo” publicado en 1919 acusó a los judíos de provocar la derrota de los imperios centrales en la Primera Guerra Mundial, Max Steiner (1884-1910) un enemigo de la modernidad que atribuyó a los judíos todos los cambios a su juicio indeseables en su tiempo, Walter Calée (1881-1904) un moralista decepcionado por el mundo de la cultura al que censuraba por estar bajo una influencia judía desmesurada y Maximilian Harden (1861-1927) director de la influyente revista liberal “Zukunft”(Futuro), que cambió de religión en su juventud y adoptó duras posiciones anti-judías, si bien tuvo un viraje positivo en sus últimos años.
Pero en su libro, Lessing cita también a otros personajes famosos. Por ejemplo, define a Karl Krauss (1874-1936) como “el ejemplo más notorio de auto-odio judío” y cuenta que una vez tuvo una discusión de seis horas con el célebre filósofo Edmund Husserl, creador de la fenomenología (1859-1938) en el que éste, un judío convertido al protestantismo, se reveló como un fogoso antisemita.
Para Lessing la sicología del judío es un ejemplo notorio de sicología de “una minoría sufriente”. Es comparable desde su punto de vista a la auto-denigración existente en castas de parias o entre esclavos.
Desde su punto de vista hay tres clases de auto-odio : la primera, es la de los censores del universo, o sea de quienes se autoerigen en jueces supremos del bien y el mal y para justificar su arbitraria actitud de superioridad denigran a los que es más fácil denigrar, o sea los judíos, porque contra ellos hay un fuerte prejuicio institucionalizado ; la segunda, es la de las víctimas condescendientes, o sea una especie de cobardía convertida en segunda naturaleza que acepta el prejuicio antisemita simplemente por incapacidad de resistencia. En este tipo de antisemitismo judío también puede haber una fuerte dosis de auto-aversión que se traslada a otros que tienen el mismo origen. La tercera clase es la de los “campeones del mimetismo”, los que consideran que condenar a los judíos es la mejor forma de ocultar o hacerse perdonar su propio judaísmo.
Si bien el libro tuvo una gran repercusión, el odio de los nazis contra Lessing es bastante anterior a su publicación. Se hizo virulento en 1925 debido a su oposición a la elección de Paul Von Hindenburg a la presidencia de la república de Weimar. Lessing definió al político que allanaría el camino a Hitler, como a un personaje mediocre que sería usado por algún intrigante maléfico capaz de manipularlo para servir a sus intereses. Los nazis no se lo perdonaron y fue objeto de una dura persecución que lo llevó a huir a Checoslovaquia al mes de la asunción de Hitler al poder, el 1 de marzo de 1933.
Theodor Lessing se refugió en el balneario de Marienbad con su familia y desde allí escribió artículos contra el nazismo en la prensa liberal en alemán en Checoslovaquia. Los nazis no vacilaron en poner precio a su cabeza y lo publicitaron en varios diarios. Su asesinato fue cuidadosamente planeado y tres agentes fueron enviados desde Alemania. El miércoles 30 de agosto de 1933 dos balas pusieron fin a su vida en su cuarto de trabajo. Uno de los tres asesinos fue detenido después de la guerra en Marienbad y condenado a 18 años de prisión, pero fue liberado a los 13 años y sus huellas se perdieron en la República Federal Alemana. Los otros dos sucumbieron durante la guerra.
Las tesis de Lessing no han perdido actualidad. Entre los voceros del nuevo antisemitismo se oye una creciente cacofonía de voces judías. Entre éstas las de los intelectuales fácilmente encajan entre los que él definía como los censores del universo. Desde Noam Chomsky a Juan Gelman, desde Eric Hobshawn a Norman Finkelstein, y desde Ilan Pappe a Tony Judt, los pretendidos árbitros de la justicia en el mundo creen comprar su status intelectual y su prestigio superando en virulencia a los más duros críticos de Israel. Su alineación de hecho con el totalitarismo antisemita de turno, el radicalismo islámico, recuerda varios precedentes en el siglo pasado, de los cuales vale la pena recordar dos de los más extremos, ya que son de alguna manera emblemáticos.
En las décadas del veinte y el treinta del siglo XX, el abogado judío alemán Max Naumann (1875-1939) creó el “Verband Nationaldeutscher Juden” (Liga de los Judíos Nacionalistas Alemanes) que compartía en general la cosmovisión de los nazis, restándole únicamente su ingrediente antisemita. La Liga pretendió negociar un acercamiento con el nacional-socialismo que obviamente fracasó. Su organización fue clausurada al igual que otras entidades judías. Naumann se salvó del Holocausto porque falleció de cáncer poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial.
El segundo caso fue el de Itzik Feffer (1900-1952) un poeta judío soviético que escribía en Yidish. Comunista fanático, dedicó gran parte de su obra a glorificar a Stalin. Esto no lo salvó de la furia antisemita del dictador soviético y fue fusilado junto con otros intelectuales judíos soviéticos, entre ellos, Peretz Markish, David Hofstein y Leib Kvitko, el 12 de agosto de 1952 en un juicio secreto. Parientes de las víctimas, muchos años después, relataron que Feffer en sus últimas horas, exhortó a sus compañeros a firmar las confesiones que les exigían sus torturadores para expresar así su fidelidad al régimen soviético.´
Un sucesor de Theodor Lessing tendría hoy abundante material para continuar la investigación que éste inició en su libro publicado casi 80 años atrás.